Noticias frescas: el 18 de noviembre estrenan la película "La isla del viento", centrada en el exilio de Unamuno en la isla de Fuerteventura.
Hoy 18 de noviembre se estrena en los cines españoles La isla del viento, película en la que el académico, actor y director teatral José Luis Gómez interpreta al escritor, filósofo y académico Miguel de Unamuno (Bilbao, 1864-Salamanca,1936), coincidiendo con el 80.º aniversario de la muerte del autor de Niebla.
Este largometraje, dirigido por Manuel Menchón, es un acercamiento al lado más humano de Unamuno durante su exilio en Fuerteventura por su oposición a la dictadura de Miguel Primo de Rivera. Pero, quizá, una de las escenas más emotivas de la película es la recreación del acto celebrado en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca, el 12 de octubre de 1936.
En aquella ocasión, Unamuno pronunció, ante la actitud amenazante de los jefes militares allí presentes —entre ellos el general franquista José Millán-Astray—, su célebre frase: “Venceréis pero no convenceréis”, en respuesta a los gritos lanzados por el fundador de la Legión: «¡Viva la muerte!», «¡Muera la inteligencia!». Sobre este incidente existen distintas versiones.
EL PAIS ha publicado el artículo "Unamuno vence a la muerte" con el discurso que pronunció el 12 de octubre de 1936 en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca.
Os aconsejo que veáis el documental de RTVE Imprescindibles, "De tertulia con Valle-Inclán".
Fuente: http://www.biografiasyvidas.com/biografia/v/valle_inclan.htm
(Villanueva de Arosa, 1866 - Santiago de Compostela, 1936) Narrador y dramaturgo español, cuyo verdadero nombre era Ramón Valle Peña. La muerte de su padre le permitió interrumpir sus estudios de Derecho, por los que no sentía ningún interés, y marcharse a México, donde pasó casi un año ejerciendo como periodista y firmando por primera vez sus escritos como Ramón del Valle-Inclán.
De vuelta a España, se instaló en Pontevedra; publicó diversos cuentos y editó su primer libro, Femeninas (1895) que pasó inadvertido para la crítica y el público. Viajó a Madrid, donde entabló amistad con jóvenes escritores como Azorín, Pío Baroja y Jacinto Benavente y se aficionó a las tertulias de café, que no abandonó ya a lo largo de su vida. Decidió dedicarse exclusivamente a la literatura y se negó a escribir para la prensa porque quería salvaguardar su independencia y su estilo, a pesar de que esta decisión lo obligó a una vida bohemia y de penurias.
Tuvo que costearse la edición de su segundo libro, Epitalamio (1897), y por esa época se inició su interés por el teatro. Una folletinesca pelea con el escritor Manuel Bueno le ocasionó la amputación de su brazo izquierdo. Con el propósito de recaudar dinero para costearle un brazo ortopédico que el escritor nunca utilizó, sus amigos representaron su primera obra teatral, Cenizas, que fue su primer fracaso de público, una constante en su futura carrera dramática.
En 1907, Valle-Inclán se casó con la actriz Josefina Blanco y, entre 1909 y 1911, se adhirió al carlismo, ideología tradicionalista que atrajo al autor por su oposición a la sociedad industrial, al sistema parlamentario y al centralismo político. En 1910, su esposa inició una gira por Latinoamérica en la que él la acompañó como director artístico. Durante el viaje, la compañía teatral de María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza contrató a Josefina Blanco y, de vuelta a España, estrenó dos obras de Valle-Inclán, Voces de gesta (1911) en Barcelona y La marquesa Rosalinda (1912) en Madrid.
A pesar de sus fracasos teatrales, hacia 1916 ya se le consideraba un escritor de prestigio y una autoridad en pintura y estética, por lo que el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes lo nombró titular de una nueva cátedra de estética en la Academia de San Fernando en Madrid. Esto supuso un alivio para su crónica escasez de dinero, pero, por problemas burocráticos y la propia incompatibilidad del escritor con la vida académica, abandonó muy pronto el cargo. Invitado a París por un amigo francés (en 1915 se había declarado partidario de los aliados, lo que lo llevó a la ruptura con los carlistas), pasó un par de meses visitando las trincheras francesas, experiencia que describió en La media noche. Visión estelar de un momento de guerra (1917).
La década de los veinte significó su consagración definitiva como escritor y un replanteamiento ideológico que lo acercó al anarquismo. Cuando, en abril de 1931, se proclamó la segunda república, el escritor la apoyó con entusiasmo y al año siguiente fue nombrado Conservador General del Patrimonio Artístico por Manuel Azaña, cargo del que dimitió en 1932 para dirigir el Ateneo de Madrid.
En 1933, fue nombrado Director de la Academia Española de Bellas Artes en Roma, ciudad en la que vivió un año. Enfermo, regresó a España y fue ingresado en una clínica en Santiago de Compostela donde murió después de manifestar su hostilidad hacia un gobierno de derechas.
Su producción literaria es muy amplia y compleja, porque si bien tocó casi todos los géneros, nunca se ciñó a sus normas, y rechazó la novela y el teatro tradicionales. Estéticamente siguió dos líneas: una, poética y estilizada, influida por el simbolismo y el decadentismo, que lo inscribió entre los modernistas; la otra es la del esperpento (que predominó en la segunda mitad de su obra), con una visión amarga y distorsionada de la realidad, que lo convierte, en palabras de Pedro Salinas, en "hijo pródigo del 98".
Entre 1902 y 1905, publicó las Sonatas, su primera gran obra de narrativa y la mayor aportación española al modernismo. La unidad de estas cuatro novelas recae en el personaje del Marqués de Bradomín, una irónica recreación de la figura de don Juan, convertido en "feo, católico y sentimental". En Flor de santidad (1904), que sigue en la misma línea estética, aparece por primera vez un tema en el que abundó a lo largo de su carrera: la recreación mítica de una Galicia rural, arcaica y legendaria.
En sus tres novelas de la guerra carlista, Los cruzados de la causa (1908), El resplandor de la hoguera (1909) y Gerifaltes de antaño (1909), su estilo se simplificó al despojarse de los adornos modernistas. Por su profundización en los sentimientos individuales y colectivos, la trilogía anticipó sus mejores obras posteriores. Tirano Banderas (1926) es su novela más innovadora y se puede considerar como el primer exponente del esperpento valleinclanesco. Su argumento es la crónica de un dictador hispanoamericano, analizado como la fatal herencia que España transmitió a América. No hay linealidad temporal, sino una serie de cuadros que dan una visión simultánea de los acontecimientos que acaecen en tres días.
Su obra narrativa se completó con El ruedo ibérico, un ciclo novelesco cuyo objetivo era abarcar, en forma de novela, la historia de España desde la caída de Isabel II hasta la ascensión al trono de Alfonso XII. La muerte truncó este ambicioso proyecto, del que sólo vieron la luz La corte de los milagros (1927), Viva mi dueño (1928) y la incompleta Baza de espadas (1932). También aquí rompió la sucesión temporal y la narración se asentó en cuadros, a veces muy breves, discontinuos e independientes, cuya única conexión es el contexto histórico. El lenguaje, proveniente del mundo de los toros y el teatro, con diversos registros idiomáticos que van desde lo refinado a lo chabacano, acentuó lo grotesco de la realidad que describió.
El teatro
La obra dramática de Valle-Inclán es probablemente la más original y revolucionaria de todo el teatro español del siglo XX, al romper las convenciones del género. En palabras de su autor: "Yo escribo en forma escénica, dialogada, casi siempre. Pero no me preocupa que las obras puedan ser o no representadas más adelante. Escribo de esta manera porque me gusta mucho, porque me parece que es la forma literaria mejor, más serena y más impasible de conducir la acción". Se inició con Cenizas (1899) y El marqués de Bradomín (1906), adaptaciones de dos de sus relatos. Todavía inscritas en el estilo decimonónico teatral, manifestaron sin embargo rasgos muy personales, como el gusto por el tema de la muerte, el pecado y la mujer, y la importancia de lo plástico en las acotaciones escénicas.
Las Comedias bárbaras, una trilogía compuesta por Águila de Blasón (1907), Romance de lobos (1908) y Cara de plata (1922), constituyeron la primera gran realización dramática valleinclanesca. En abierta ruptura con el teatro de la época tienen como tema una Galicia feudal y mágica cuyo desmoronamiento se simbolizó en la degeneración del linaje de los Montenegro. Retomó la mítica gallega con El embrujado (1913) y Divinas palabras (1920), y utilizó como protagonistas a personajes populares y marginados. Sus obras más abiertamente modernistas son Cuento de abril (1909), Voces de gesta (1912) y La marquesa Rosalinda (1913), aunque en ellas hay elementos que presagian el cambio de su teatro, como la visión irónica y casi esperpéntica de una España ruda y provinciana que contrasta con la cosmopolita y refinada Francia.
Valle-Inclán dio el nombre de esperpentos a cuatro obras: Luces de bohemia (1920), Los cuernos de don Friolera (1921), Las galas del difunto (1926) y La hija del capitán (1927), estas tres últimas agrupadas en el volumen Martes de carnaval (1930). El autor puso en boca del protagonista de Luces de bohemia, Max Estrella, la explicación a la necesidad de crear un nuevo género escénico: la tragedia clásica no podía reflejar la realidad española, porque ésta se había convertido en "una deformación grotesca de la civilización europea". El esperpento fue, pues, para Valle-Inclán una moderna concepción de la tragedia.
Os aconsejo que veáis La mitad invisible, programa de La 2 de RTVE, dedicado a Luces de bohemia.
Escritor de extensa cultura, médico, y autor de más de cien obras entre novelas y ensayos. Es una de las figuras más relevantes de la literatura española, cuyo eje principal lo forman Cervantes, Galdós y el propio Baroja. Se le ha considerado el novelista por antonomasia de la llamada "Generación del 98", que él siempre negó. Su literatura se caracteriza por un fuerte realismo no escaso de sensibilidad, humor y dulzura. Sus ideales se basan en un firme y apasionado individualismo, en la juventud cercano al anarquismo, y sus personajes por un sentido de audacia y aventura. Por su independencia de criterio no ha participado en ningún proyecto político, siendo en ocasiones zaherido por su actitud y pesimismo. Agnóstico, liberal, individualista, tiene apasionados lectores por todas las partes del mundo.
Pío Baroja (1872-1956) era un defensor de la novela abierta. Según sus propias palabras, «la novela en general es como la corriente de la Historia: no tiene principio ni fin; empieza y acaba donde se quiera». Esa concepción que el escritor vasco tenía de la ficción le permitió escribir algunas de las grandes obras maestras de la narrativa española del siglo XX. El árbol de la ciencia, Zalacaín el aventurero, César o nada, Camino de perfección o Las inquietudes de Shanti Andía, por citar sólo las más destacadas por la crítica, constituyen un retrato literario, honesto y en ocasiones descarnado, de un país que, a veces, ni a sí mismo se reconocía. Lo cierto es que a Baroja le apasionaba escribir y, si bien en vida publicó una significativa obra narrativa (por no mencionar los artículos y ensayos, además de los textos teatrales), al final no renunció a la escritura y lo hizo de una forma muy apasionada.
Esos últimos años no fueron, quizás, los de su mayor vigor narrativo, pero su actividad era casi febril. Baroja escribía, escribía y escribía, sin descanso. En 1950 apareció El cantor vagabundo, que sería la última obra que vería publicada antes de su muerte en Madrid, en 1956. Justo un año antes, según aparece documentado, Baroja había enviado a su editor, José Ruiz-Castillo, de Biblioteca Nueva, un manuscrito redactado durante su último verano en Itzea, el caserío que el escritor adquirió en Vera de Bidasoa (Navarra) y que él mismo se encargó de restaurar.
He aquí un enlace con la vida y obra de Pío Baroja. Se trata de la página de Ignacio Suárez-Zuluoga que analiza la cultura del siglo XIX al XX en España.
Si queréis comprar los libros de Baroja, descendientes de su familia han creado la editorial Caro Raggio: en este enlace se hacen pedidos electrónicos.
En la web de RTVE se puede ver el vídeo sobre su familia: El mundo de los Baroja.
En este otro vìdeo se puede conocer a Baroja de la mano de Fernando Savater: de su obra literaria se habla a partir del minuto 16.
Si queréis escuchar un programa audio sobre su vida, id al Canal UNED.
En cambio, en este podcast podéis escuchar una presentaciòn de El àrbol de la ciencia en la Cadena Ser.
Retrato (Campos de Castilla, 1912)
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido:
ya conocéis mi torpe aliño indumentario,
mas recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.
Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.
Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.
¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.
Converso con el hombre que siempre va conmigo
quien habla solo espera hablar a Dios un día;
mi soliloquio es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.
Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.
Y cuando llegue el día del último vïaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.
El 30 de julio de 1909 se celebró la boda en Soria. Solo tres años después, el 1 de agosto de 1912, falleció Leonor, a causa de la tuberculosis, y Machado, desesperado, abandonó Soria y pidió traslado a Baeza.
Blog de José Antonio Serrano: La obra poética de Antonio Machado.
Vida y obras de Machado en la Hispanoteca.
Una clip sobre los últimos versos de Machado: "Estos días azules y este sol de la infacia", del telediario del 13-2-2018.